Estas flores son pequeñas, de 2-5 mm y de un tono rosa pálido. La corola tiene el tubo el doble de largo que el cáliz y presenta 5 lóbulos romos, desiguales; el cáliz es tubular también con 5 dientes desiguales.
Las hojas son opuestas y tienen un contorno romboide; las inferiores 1-2 veces profundamente lobuladas, con lóbulo terminal más grande y pilosidad hirsuta en los bordes y los nervios, las superiores casi enteras, más pequeñas y sentadas.
Planta medicinal conocida desde muy antiguo, la cantidad de aplicaciones que se atribuyen a la verbena es prácticamente interminable, y no hay casi mal conocido en el que no esté recomendado su uso. Por ejemplo se recomienda como reforzante general en casos de debilidad, tras una enfermedad o en las anemias. Resulta de ayuda también en las enfermedades cutáneas, y la crema de verbena es una pomada excelente para la cura de granos infectados o difíciles de eliminar, heridas infectadas, herpes, heridas varicosas, extracción de elementos clavados bajo la piel…
Por si esto fuera poco, a la verbena se la conoce también como "planta mágica". Romanos y griegos la usaban profusamente como una planta sagrada en ceremonias religiosas y variados ritos mágicos; se utilizaba para preparar hechizos, filtros y conjuros de amor, entre otros. Los soldados llevaban habitualmente en sus alforjas tallos de verbena como remedio contra las heridas, y también debajo de las corazas porque se suponía que protegía de las heridas por arma de hierro.
La verbena se distribuye por gran parte de Europa, excepto el extremo norte. Crece en cualquier lugar bien nitrogenado: taludes, bordes de caminos, eriales, escombreras, etc. Florece durante el verano y bien entrado el otoño, hasta el mes de septiembre e incluso octubre. En Asturias es frecuente a todos los niveles.
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